El Escarabajo y el Piñón

El Escarabajo y el Piñón

El Escarabajo y el Piñón

Cuando hablamos de territorio y cómo se habita éste, debemos hablar sobre un tipo de hombre especial y como entrar en un dialogo que permita descubrir esa manera especial también de cómo construye su relación con el medio.
En una visita a los bosques de araucarias aledaños al volcán Lonquimay junto al naturalista Sergio Elórtegui, en un momento nos detenemos, y Sergio recoge del suelo dos piezas muy similares que cubrían el suelo, nos muestra lo que toma y nos hace ver que ambos objetos casi idénticos, uno la semilla del pehuén (piñón) y el otro un escarabajo muy parecido, del mismo tamaño, colores y forma.
Ahí es cuando nos explica que esto era posible gracias a una relación que se establecía cara a cara entre el escarabajo y la semilla y que esta similitud solo era posible también por la devoción del escarabajo a ese encuentro cara a cara que se venía dando por millones de años, y que a su vez, solo era posible por la relación entre cada parte del bosque, araucaria con araucaria, el viento que hace posible su multiplicación, insectos y habitantes humanos y no humanos.
Es así como se entiende en que nivel se instala la sabiduría de este tipo de hombre especial, una sabiduría que no se desarrolla solo en su mente, sino que necesariamente se instala desde su cuerpo y la relación que adquiere éste con la otredad, el otro. Este tipo de hombre sabe muy bien que es una parte mas de un sistema que podemos llamar ecosistema, nunca se instala sobre eso.
Esta relación directa entre su cuerpo, su mano, que ya encarna una sabiduría, y la otredad, es la que es capaz de construir esa manera de habitar de forma muy justa en la tierra, a partir de una sabiduría encarnada en un cuerpo. Esta sabiduría es la que se
construye a partir de la misma devoción que posee el escarabajo con el pehuén, pero en este caso, la devoción a pertenecer y cohabitar sobre un territorio muy frágil que es capaz de transformar un cuerpo.